La estafa en el Metaverso

Sea con Zuckerberg o con cualquier otra persona, lo cierto es la realidad virtual está más cerca que nunca. Matrix, Ready Player One o Neuromancer son solo retazos de lo que está por venir. El Metaverso es todavía terreno desconocido, como lo son sus posibilidades.


Lo que hay en la realidad, lo habrá en el Metaverso.

Dicha la obviedad en el título, es momento de ser consciente de dónde nos metemos y actuar en consecuencia. No lo hicimos con las redes sociales y estas nos han capturado socialmente, rigiendo muchos de nuestros patrones y llegando a provocar trastornos mentales. Series como Black Mirror tratan de advertirnos de que llevaremos todos nuestros defectos a la tecnología, y la avaricia o la envidia no se van a quedar fuera del Metaverso, como tampoco las desigualdades sociales o la necesidad.


Existe un sesgo psicológico que nos lleva a infravalorar la probabilidad de sufrir un delito, de que nos asalten o nos roben, que solo se ve superado una vez que lo sufrimos. Es por eso que técnicas como el pishing suelen funcionar bien: nunca falta alguien con un exceso de ingenuidad que cree que su banco le va a enviar un SMS o un email pidiéndole sus datos porque… ¡vaya, se le han traspapelado! Ya, sé que hay otras excusas más sutiles, pero es importante que las tengamos todas en mente, porque todas ellas serán utilizadas en el Metaverso.


Donde hay dinero, hay estafadores.

Los títulos hoy serán todo obviedades, pero no por serlo, la gente cae mejor en ellas. El Metaverso, como segunda realidad, supondrá que migremos y utilicemos una gran cantidad de datos personales, que asociemos a un solo perfil todo tipo de informaciones: fecha de nacimiento, nombres completos, datos bancarios… y pocos ingresarán en el Metaverso habiendo contratado un buen sistema de seguridad que proteja su equipo contra hackeos. Eso significa que mientras tengas un perfil en el Metaverso y camines por sus calles virtuales, serás una potencial víctima de todo tipo de ciberdelitos.

¿Te parece exagerado? Solo hay que ver el auge en los últimos años de la ciberseguridad. Las empresas multimillonarias (y los Estados) invierten mucho más dinero en ello que en muchos otros aspectos esenciales, y los constantes ataques a páginas webs, redes sociales, las constantes filtraciones de datos, etc., evidencian que el valor hegemónico del siglo veintiuno ya no es tanto el dinero como la información, y eso incluye, curiosamente, información sobre cuentas bancarias y transacciones.

Uno ha de imaginarse el Metaverso como ese lugar lleno de posibilidades que venden. Y una de esas posibilidades es que entren tantos criminales como existen en la realidad, que traten de timarte, de convencerte de que adquieras este u otro producto, que luego se marchen con tu dinero, que traten de hackearte, que te pregunten por tus datos con aparente inofensividad, etc., para luego saquearte hasta que odies el propio Metaverso.

Se suele decir que antes que te robasen en casa era más complicado, sobre todo dependiendo del tipo de edificio en el que vivieses: requería de una planificación, asegurarse de que no estabas en casa, superar unas barreras arquitectónicas… En definitiva, la pereza o la dificultad jugaban a nuestro favor. En cambio, hoy día nos encontramos todos en la plaza pública que es Internet, las redes sociales y, próximamente, en el Metaverso, y allí ninguno tiene pudor ni pereza; y las habilidades necesarias se adquieren con relativa facilidad. Ya solo median la moralidad del perpetrador y la suspicacia de la víctima.

El Metaverso será un coladero de dinero.

Y quien niegue esto, es que no está muy metido en los videojuegos. A lo largo de la última década, el mundo de los videojuegos ha ido mutando. De la copia física se pasó a la digital, ahorrando dinero al productor, pero no al comprador. De igual manera, los tiempos de producción, en la intención de reducirse, provocaron que los videojuegos tuvieran mayores fallos a corregir, lo que propició el surgimiento de los parches, lo que ha llevado más tarde a favorecer los DLCs. ¿Qué es esto? Mejoras, nuevas historias, etc., sobre un videojuego ya comprado, pero que se venden independientemente, y cuyo acceso no está garantizado por poseer el juego original.

Este fenómeno se ha expandido a otros ámbitos, y dada la era de la hiperindividualización que vivimos, hoy en día todo el mundo quiere dos cosas: destacar cuánto se diferencia de los demás, y tener siempre lo último. De aquí surgen las skins (apariencias del jugador) que van desde lo más variopinto y particular hasta emular a personajes como Spider-Man o Thanos. Al final, si todos queremos ser tan diferentes, tan diferentes no seremos, ¿no? Netflix y el resto de plataformas no han dejado de demostrar que esta cultura del entretenimiento masivo solo nos estandariza, no nos torna particulares. El Metaverso mostrará lo mismo. ¡Y pagaremos por ello!

Pero, ¿tiene esto que ver con el Metaverso y las estafas? Oh, sí. Tú entrarás al Metaverso gratis, eso no lo dudes, pero saldrás de él sin un duro. Primero porque nadie querrá un personaje sin personalizar (pase por caja). Luego, porque dentro habrá mil y un entretenimientos (pase por caja).

Pero, además, y como sucede en la realidad, el gasto se ve en nuestros hábitos y costumbres. Skins caras serán fácilmente identificables, como también darán cuenta de tu dinero los lugares que habites. Y, a diferencia de la realidad, donde las diferencias de clase y socioeconómicas mantienen alejados a unos y a otros, el Metaverso probablemente se venda como un lugar de libertad e igualdad, y aunque no gasten su dinero en esos lugares de ricos, los delincuentes sí podrán habitarlos y detectar a los verdaderos sujetos con dinero. Robarles luego será cuestión de habilidad y todos sabemos que la necesidad crea muy buenas habilidades.

Estafas metaversianas.

Esperad cualquier cosa. Ese es mi consejo. La única defensa es la precaución. Desde que surgió Internet y las redes sociales, la mayoría ha hecho caso omiso a la seguridad informática y de datos. A muchas personas no les ha afectado, pero más por una cuestión de suerte. ¿Queréis dejar que la seguridad de vuestros datos y de vuestro dinero dependan de la suerte? Yo no.

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